lunes, 31 de julio de 2017

Cultural Weekend

¡Hola a todos de nuevo! Después de una primera semana de trabajo, nuevos compañeros, nuevas experiencias y algún que otro traspié (nunca mejor dicho...), llegaba el esperado fin de semana. Y con él, la oportunidad de viajar por el Reino Unido y conocer los lugares más interesantes del Condado de Kent, en el que se encuentra nuestra ciudad.

Las ciudades elegidas entre el grupo de compañeros con el que comparto este viaje fueron Whitstable y Dover, situadas en la costa sureste del país. Bien, debo aclarar que el concepto de "ciudad costera" en UK difiere en algo del que tenemos en nuestro país: no, no hay chiringuitos a pie de playa ni están llenas de alemanes torrados al sol.

Siendo conscientes de todo ello y mochilas a la espalda, nos pusimos en marcha. No quiero dejar pasar la oportunidad de dar las gracias a mis compañeros y compañeras de viaje, que han tenido toda la paciencia del mundo, y un poco más, conmigo y mi ritmo de procesión de Semana Santa. ¡Sois geniales chicos!



PRIMERA PARADA: Whitstable

Recomendada por nuestros propios profesores como el mejor lugar para probar el famoso Fish&Chips inglés. A unos 15 kilómetros de Canterbury y situada en la desembocadura del Támesis, es una ciudad pequeña, acogedora... ¡y sorprendentemente (semi) soleada!

Una de las cosas más curiosas que he visto desde que llegué aquí fueron los "Windmills", o molinos de viento, que generan casi el 50% de energía de la ciudad. Os preguntaréis el por qué de mi sorpresa. Pues bien, ¡estos están situados literalmente en medio del mar! No me preguntéis cómo, pero sí. Si os fijáis bien, podreís verlos al final de la primera foto. 😲





SEGUNDA PARADA: Dover


Después de pasar un estupendo y (semi) soleado sábado en la costa inglesa, nos dispusimos a visitar la ciudad de Dover, el punto más cercano entre las Islas Británicas y el continente europeo. Además, alberga el famoso Euro-túnel, que conecta el Reino Unido con Europa por tren y coche.

Sinceramente, la sorpresa con esta ciudad ha sido mayúscula. Quizás por el magnífico sol que brilló todo el día (¡por fin!). Quizás por los majestuosos White Cliffs (acantilados blancos) que bordean la ciudad. Quizás por el imponente castillo normando que guarda la ciudad desde lo alto, y que le hace a uno sentir muy pequeño. O quizás fue la mezcla de todo, pero la verdad es que todos nos fuimos de Dover con la sensación de haber conocido un lugar muy especial.





Aquí tenéis una imagen del castillo normando desde la playa de Dover. Al fondo, los enormes acantilados blancos, que rodean y protegen esta parte del litoral británico.





Un par de imágenes del castillo normando. Debo decir que el esfuerzo por conservar el castillo y sus alrededores es admirable. Todo parece estar casi tal y como se encontraba siglos atrás. Como curiosidad, dentro de las murallas del castillo podemos encontrar un faro romano, una iglesia sajona y el propio castillo, construido por los normandos. Parece ser que el lugar ya se consideraba especialmente estratégico desde hace más de dos mil años.







Por último, desde los mismo acantilados, el observatorio militar, desde donde se divisa la costa de Francia, el conocido como Pas-de-Calais. Hechos que cambiaron la historia sucedieron en este estrecho que separa Europa y Reino Unido. Unos escasos 33 kilómetros de agua.

La famosa expedición de la Armada Invencible española fracasó en estas aguas, por ejemplo. Cuentan los ingleses (con cierto tonito chovinista, ya me entendéis...)  que mientras Sir Francis Drake estaba cenando en la torre del castillo, alguien entró en la habitación, asustado, avisándole de que los españoles habían llegado. Según parece, sin sobresalto alguno, contestó algo así como "Primero terminaré mi cena, despúes me ocuparé de los españoles". En fin, ingleses. 😀







También, a principios del siglo XIX y desde la orilla opuesta, Napoleón Bonaparte veía como su ambición de derrotar a los ingleses se quedaba a sólo unos kilómetros, gracias a la Royal Navy británica, de la cual los ingleses se sienten muy orgullosos. Y no es para menos, sinceramente.

O puede uno imaginarse, viendo las baterías antiaéreas que aún están situadas allí mismo, a los aviones alemanes sobrevolando la zona para atacar las ciudades inglesas durante la Segunda Guerra Mundial. En definitiva, una ciudad preciosa que guarda miles de historias en su interior y que merece la pena descubrir.


Espero que os haya gustado la entrada tanto como a mí las visitas culturales del "weekend". Un saludo a todos y ¡escribiré pronto!






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